Papilla Estelar. Remedios Varo |
En
primer lugar, necesitamos hacer una diferencia entre el amor y el
enamoramiento.
El
enamoramiento es un estado en el que hay una producción de neurotransmisores en
el cerebro (dopamina, serotonina, endorfinas etc.) que provocan un estado de
euforia al estar con el ser amado, ansiedad cuando el encuentro está próximo,
desamparo con la ausencia (son las mariposas en la panza). Las reacciones se
han descrito semejantes a las reacciones ante una sustancia adictiva, incluso
en las descripciones de funciones cerebrales parecen activarse las mismas zonas.
Estas reacciones parecen imperativas, automáticas y muy intensas. Por esto, es
frecuente que pensemos que el amor debe ser así, automático, intenso e
imperativo.
La realidad
del amor es otra. El amor, no es un sentimiento, es una decisión. El amor es un
deseo de bienestar para el ser amado, que trasciende la propia capacidad de
procurar ese bienestar. Es decir: “te amo y quiero que te vaya bien, aunque yo
no esté ahí para verlo”.
Por otro
lado, Sternberg (2000) ha descrito el amor de pareja como un triangulo con tres
aristas: la pasión, la intimidad y el compromiso. Menciona que cada persona y
cada pareja tiene una idea de lo que espera con respecto a estos tres elementos
y puede evaluar lo que obtiene en su relación actual de pareja. La pasión se
refiere al deseo sexual, a la atracción erótica. La intimidad se refiere a la
cercanía emocional, la compatibilidad de gustos, emociones, experiencias. El compromiso
es la capacidad de tener un proyecto común, objetivos y metas conjuntas.
Con todo
esto, el amor es claramente una decisión que incluye el trabajo por el
bienestar del ser amado y por supuesto el propio. El amor no es una entrega
caritativa en la que el amante queda vacío de energía. El amor construye a los
amantes, es una alianza para el bienestar compartido, el crecimiento conjunto y
el placer mutuo.
Volviendo
a la pregunta, ¿es amor o es capricho?
El
capricho es sería una necesidad imperiosa, acompañada de una sensación de vacío,
inutilidad y desamparo. También el capricho incluye la posesión de la persona “amada”,
o la creencia que el ser amado se debe lealtad, y está obligada a ser feliz únicamente
por el conducto de la propia presencia. También incluye la manifestación de
celos y una necesidad de que el amor de la persona amada sea automático y que permanezca
en el estado de enamoramiento.
Con estas
descripciones se vuelve más fácil dilucidar si una relación es de amor o de
capricho. Por principio, cuando hay dudas, es porque hay un malestar en la
relación. Por otro lado, nadie puede diagnosticar a otras personas y decidir
por ellas si su relación es de amor o de capricho. Únicamente la persona que
vive esa relación puede identificar sus propias reacciones y calificarlas.
Sternberg,
R.J. (2000). La experiencia del amor.
Barcelona: paidós (publicado originalmente en 1998)
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