Conmemorar el Día Internacional de los Derechos de la Mujer
está perdiendo su esencia, con la mayoría de los medios de comunicación
(incluidos los electrónicos) presionando para hacer de esta fecha una fecha más
comercial, superficial y de consumo. Impulsando a todos y todas a felicitar a
las mujeres de nuestro alrededor, enviarnos imágenes de flores, con lindos
pensamientos sobre la belleza de las mujeres. No señores, no señoras, no es una
fecha para alegrarnos y felicitarnos por ser mujeres, y escuchar o incluso
recibir las felicitaciones deja un sabor amargo y una sensación desagradable en
general.
Oigo también comentarios sobre cómo las mujeres en ocasiones
somos violentas con nuestras congéneres, cómo las mujeres somos generadoras del
machismo al criar a los hombres que luego violentan a las mujeres. Y veo que no
se trata de encontrar culpables. Todas y todos somos víctimas de la estructura
machista. No, no son los hombres los malos (por supuesto que parecen
beneficiarse más), tampoco nacemos las mujeres con la conciencia de hacer
hombres machistas. Es la sociedad, su estructura, sus procesos los que están
enfermos de violencia, es a la sociedad a la que hay que cambiar, en su
conjunto, no a los hombres, no a las mujeres. Ni ellos, ni nosotras tenemos la
culpa, nacimos en un mundo que ya estaba así, lo estamos cambiando y al hacerlo
podemos equivocarnos. Es por ello que conmemoramos la lucha un día en el año,
para hacer una pausa revisar lo que hemos hecho y pensar lo que falta por
avanzar… Seguimos en el camino hacia la paz y la equidad.
Podría escribir todas las cifras o los casos de violencia que
demuestren la necesidad del feminismo en nuestra sociedad y mostrar que aunque
hay avances, la meta está lejos y por ello debemos alzar la voz y unirnos.
Releo cada año el texto que escribí en 2010 y cada año sigue igual de vigente. (http://sexualidadsaludable.blogspot.mx/2010/03/8-de-marzo-dia-internacional-de-los.html)
Me pregunto entonces cómo enfrentar ese gigante comercial
que está ávido de consumidores y deseoso de vender flores, regalos o tarjetas
por cualquier motivo, y lejos de sentirme derrotada, pienso en las conquistas
que podemos hacer para nosotras mismas, conmemorando una fecha de lucha por el
equilibrio equitativo, de búsqueda de paz entre todos los seres humanos, en la
diferencia, de llamado a valorarnos y ser valoradas en todas las dimensiones de
la feminidad.
Entonces veo que la primera conquista y la mayor de todas
ellas es la reconquista de nuestro propio cuerpo. ¿Verdaderamente nos
pertenece? ¿Podemos sentir que es nuestra propiedad sin que “el gigante del
marketing” opine que es demasiado chico, demasiado grande, demasiado frágil,
demasiado duro, demasiado oscuro, demasiado viejo, demasiado marcado por las
luchas, demasiado inadecuado para ser o para estar?
Es una conquista para toda la vida. Conquistar el propio
cuerpo y valorarlo tal cual es, saberlo el medio por el cual estamos en este mundo
y podemos sentir, hacer, pensar, desear. Cada parte de él es maravilloso, sólo
porque es. Y a partir de ese valor le demos, cuidarlo como nuestro bien más
preciado, no porque hay que hacer dieta, ejercicio, esforzarse por ser o
parecer lo que no se es, simplemente porque es bello y valioso y por ello
cuidarlo.
Puede parecer poca cosa frente a las grandes desigualdades basadas en el sexo. Sin embargo, es una lucha que necesitamos hacer todas y
cada una de nosotras para luego compartir esa conquista sobre nuestro cuerpo
con nuestras hermanas, ayudarles en ese camino. Mostrar también a nuestros
compañeros (amigos, hermanos, hijos, conocidos) cómo tratarnos sin
desigualdades y sin descortesías tampoco, mostrarles cómo podemos alcanzar la
paz juntas y juntos para hacer frente al consumismo que nos somete.
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